En pleno centro de Punta Arenas, donde comienza la calle Errázuriz, abrió hace unos años un espacio comercial muy distinto: Casa La Porfía. Una antigua casona de enmarques desocupada, fue reformada como lugar de venta y Galería de Arte para así sumar un nuevo núcleo destinado a la difusión del arte en la ciudad, hacia otros circuitos artísticos y nuevos públicos.
Cuando pensamos en los circuitos de arte, llámese museos, galerías de arte, centros culturales e instituciones asociadas, son en general las grandes ciudades las que tienen la mayor oferta de espacios, ya sea porque actúan como polos culturales, o quizás porque también existe una mayor cantidad de producción artística. Pero las expresiones y necesidades del espíritu son multiterritoriales y no se rigen necesariamente por estas lógicas.
Cuando la periodista y fotógrafa Paola Smet d’Olbecke y su marido, el artista Pablo Quercia, llegaron a instalarse en la Región de Magallanes hace unos años atrás, se preguntaron precisamente dónde podrían encontrar la producción artística que representaba a la región. Por su lejanía con los circuitos nacionales -en su mayoría concentrados en ciudades como Santiago o Valparaíso- en Punta Arenas parecía existir un vacío. Esta inquietud les llevó a tocar la puerta de la artista local Andrea Araneda, cuyo taller funcionaba justamente en un segundo piso de la calle Errázuriz.
De este encuentro, surgió la voluntad de hacer algo al respecto, concluyendo que un problema puede ser una gran oportunidad y que la asociación hace la fuerza. Así nació en una primera instancia la Feria de Arte “La Porfía”, un evento anual que ha reunido a artistas, diseñadores y creadores en torno a una convocatoria abierta para presentar y difundir su obra, así como también para vender sus piezas.
De aquella idea germinal surgió posteriormente la actual Casa La Porfía, como un espacio permanente de muestra, de venta y de difusión artística, por medio de talleres y eventos1
Así como lo convoca su nombre, los creadores de “La Porfía” desafían la actual configuración de los circuitos del arte nacional, por medio de la obstinación de abrir nuevos espacios, confiando en la gestión propia así como en la creación y vinculación de redes locales. Y no sólo eso, sino que también lo hicieron recobrando el valor del lugar desde donde actúan, crean y difunden: desde el corazón de la Patagonia Austral.
Magallanes, como región extrema al sur del sur, configura un imaginario y una voz que define y que guía sus actividades, dando cuenta de la singularidad y el esfuerzo que ello significa. Así queda expresado en parte de lo que definieron como su Manifiesto, una costumbre tomada de las vanguardias artísticas, donde establecen con determinación un punto de vista2:
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La Porfía como la idea del artista cruza las adversidades y logra plantarse en una obra frente al espectador conquistando un terreno baldío e ignoto, y se blande como destello en un sable pasional. Porque todo lo que se haga en el límite, erige frontera. Surge nuestra voz que pretende fundar un arte aferrado a su punto cardinal y a su sino. Una resistencia no desde la negación sino desde su abertura, costumbre y característica de ciudad cosmopolita, puerto principal.
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Desde esta mirada, Casa La Porfía concentra distintos tipo de objetos de arte, de diseño o artesanía, pasando por técnicas como la fotografía, el grabado, el fotograbado, serigrafías, la escultura. Así también es un punto para adquirir libros de arte, arquitectura, fotografía, historia y patrimonio, entre otros, con una selección temática entorno a Magallanes, la Patagonia Austral y la Antártica. Por otro lado, su galería de arte, está planteada como un espacio reflexivo y de encuentro de los artistas con los públicos en eventos, conversatorios, charlas y talleres.
La necesidad del objeto de arte
Casa La Porfía se construye desde una mirada que permite abrir un mercado de la venta del arte y el cultivo de las nuevas audiencias. En este sentido, la reflexión sobre el objeto de arte como tal, basado en un sistema de intercambio en el cual se valoriza como un producto de colección, no puede excluir la pregunta por sus sistemas y formas de producción.
Desde las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, la labor del artista y la producción artística en general se ha encontrado en cuestión; se ha replanteado la institución misma del Arte, así como el concepto de “autor y del objeto artístico, al abrirse a nuevos lenguajes y posibilidades que han roto con las formas tradicionales de la representación, desde la fotografía y video experimental, el arte conceptual, las instalaciones, la performance, land art, las artes mediales, y un largo etcétera.
En este contexto, el mundo contemporáneo, el artista de caballete parece ya una especie en extinción, un romántico que, sin embargo, sobrevive aguerrido entre la diáspora de posibilidades que se despliegan ante él. De esta forma, los objetos de arte en Casa La Porfía parecen recuperar una cierta melancolía por el territorio, como si concentraran en ellos las historias heroicas de hazañas y tragedias, de riquezas y penurias, los rituales y hábitat de los hombres originarios. Allí, los objetos de arte parecen recobrar la obra como objeto original, único, y casi testigo material, un fragmento tangible de la Patagonia Austral.
En este código, el objeto de arte desplegado en Casa La Porfía bien puede tratarse como objeto de colección, decoración o souvenir, y participar así de un circuito de circulación e intercambio, dependiendo de los vaivenes del gusto y las tendencias de los visitantes, según su afinidad con ciertas técnicas o estéticas.
Un pensamiento visual desde el territorio: Un herbario y el Cabo de Hornos.
En el espacio de la galería de Casa La Porfía la lógica cambia del objeto de arte hacia un cuerpo de obras, como conjunto de piezas que despliegan una propuesta propia y reflexiva. Aquí se realizan cerca de 10 exposiciones al año, normalmente acompañadas de charlas y talleres, gracias a lo cual se ha ido creando un público nuevo y constante. Dos de estas exposiciones han sido especialmente interesantes en la relación que generan con el territorio de Magallanes y en su puesta en valor por medio del cuerpo de obras, donde la técnica sirve al discurso y punto de vista que proponen.
“Completar el Herbario” del artista Tomás Browne, ingresa al territorio desde los archivos, usando como punto de partida el material de un antiguo herbario escolar. Una colección de época que solamente incluía plantas de origen europeo, y que ignoraba la planta nativa como parte de esta pedagogía. En este caso, Browne recompone el herbario con las macetas de plantas originarias de la Patagonia como árboles de ñirres y coigües, y además extiende esta participación al espectador, para crear el espacio de reconocer su propio territorio.
Por otro lado, la exposición “Historia Viva en el Archipiélago del Cabo de Hornos”, del fotógrafo Gonzalo Arriagada, entrega un ensayo visual de los habitantes de estas lejanas islas, actuales y pasados, y cuyas historias de vida en lugares tan remotos, han sido pocas veces contadas. Utilizando un formato de fotografía documental, el artista intenta recuperar el imaginario construido desde las historias personales de los protagonistas de sus fotografías y sus lugares: las islas Picton, Hornos y la Isla Navarino. Esta lejana geografía y sus habitantes fueron parte de un conversatorio que evidenció el verdadero vínculo del artista con su obra y su gente.
Las posibilidades del mapa
En 1943, el artista uruguayo Joaquín Torres García, dio vuelta el mapa, al cuestionar la fuerte dominación intelectual en el arte que ejercía el hemisferio norte, y en reacción afirmó por medio de su famosa América Invertida: Nuestro norte es el SUR.
Parece ser que en este espíritu, espacios como Casa La Porfía contribuyen de manera activa a invertir las relaciones de circulación de arte, ahora desde Punta Arenas, la ciudad más austral de Chile, hacia otros territorios.
- Casa La Porfia abrió en agosto 2016. Ya se han realizado más de 40 eventos entre charlas, talleres, conversatorios y 22 exposiciones de arte contemporáneo y fotografía. Está ubicada en calle Pdte. Federico Errázuriz 928, Punta Arenas, Región de Magallanes y de la Antártica Chilena
- Por Andrea Araneda Miranda y Pablo Quercia Martinic de http://laporfia.cl/manifiesto/