El Museo de Historia Natural Río Seco replantea la relación entre arte y ciencia que ocurre en este tipo de instituciones, aprovechando su autonomía creativa y su privilegiada ubicación geográfica y arquitectónica, frente al Estrecho de Magallanes y en las antiguas instalaciones del primer frigorífico la región. Aquí, mediante la investigación científica, pero principalmente desde la interpretación artística, la libertad museográfica, y el espíritu pedagógico, se observa cómo confluyen, en un sólo lugar, patrimonio natural y cultural.
Subvertir a Philippi
Los Museos de Historia Natural fueron concebidos en el siglo XVIII para instalarse en las grandes ciudades urbanizadas, con el objeto de dar a conocer la vida natural a los habitantes que habían ya perdido el vínculo con la naturaleza y sus diferentes expresiones. Estas instituciones se desarrollaron, epistemológicamente hablando, al alero de la ciencia positivista de su época, es decir, desde la descripción, la identificación y la clasificación decimonónica del conocimiento del mundo y sus especies, trasladado al espacio de la exposición. En Chile, durante el s. XIX el mayor ejemplo de este tipo de colecciones lo constituye el Museo de Nacional Historia Natural en Santiago, cuya atracción principal es la clásica ballena rescatada por el naturalista y explorador Rodolfo Philippi -varada en Valparaíso en abril de 1889-, y que ha sido el icono de la reconversión del mismo museo, desde que reabrió sus puertas en 2016. En esta renovación, la ballena hoy bautizada “Greta” -en honor a la museógrafa Grete Mostny-, fue reinstalada y restaurada para su disposición y disfrute del público general.
El hueso, como resto encontrado se activa como objeto, tanto desde el punto de vista científico como por medio del escrutinio material del artista, a través del sometimiento a varios procesos químico – mecánicos manuales, que permiten su conservación y restauración; la osteotecnia y la recombinatoria ósea, los cuales están íntimamente ligados, se confabulan a favor de nuevas formas de restauración y conservación para un museo de historia natural.
Varamientos y cirugías post-mortem
Un cráneo de orca falsa (Pseudorca crassidens) levantado de un varamiento masivo ocurrido en el sector de Segunda Angostura en enero de 2013, fue el objeto que dio cabida a la recombinación como práctica. Y fueron cráneos, pelvis y escápulas de caballos, vacas y huesos varios de lanares, los materiales de restitución de las formas faltantes. La condición material que los emparenta, el hecho de ser vertebrados, permite que sus partes puedan conjugarse orgánicamente para dar cabida a una nueva función anatómica en el esqueleto restaurado. A pesar de que los huesos de un esqueleto son muy distintos entre sí, comparten características morfológicas similares, todos tienen zonas cóncavas, convexas, rugosidades, fisuras y porosidades. Estas características, son las pautas que permiten encontrar en otros huesos, partes que puedan ensamblarse para construir otro volumen anatómico1
Hoy, el equipo del museo reconstruye una ballena sei en el galpón principal, y hace poco tuvieron la misión de despostar una ballena azul, que varó en el sector de Primera Angostura, evento descrito por la Prensa Austral.

Juego, paisaje y coleccionismo
Desde el Museo de Historia Natural de Río Seco, el coleccionismo naturalista se asume desde la práctica del coleccionismo como juego o desafío, que supone el lograr observar el paisaje y encontrar aquello que parece desecho, y trasladarlo al espacio del museo, lo cual también se expresa en el proyecto pedagógico desarrollado por el propio equipo. Si bien sus mayores proyectos tienen la «escala-ballena», el día a día se nutre de ese trabajo comunitario y educativo alrededor de la observación del paisaje, donde el coleccionar restos y obtener información se unen al proceso creativo, y se convierten para los asistentes en un aprendizaje que trasciende el de la clasificación ilustrada.
El visitante de hoy del Museo, verá cómo partes del paisaje pueden traspasar el estado ordinario, común, del entorno, y adquirir un estado de objeto estético, por medio de un ejercicio de montaje y una mirada desde el coleccionismo. Esta forma de trabajar en relación con el paisaje magallánico, mediante la acción del juego, de recolectar, de recoger, de observar, seleccionar, dibujar y “desclasificar” los restos de la mirada cotidiana y de la naturaleza agreste, conecta al visitante con la imagen del objeto devenido «pieza», así como con la memoria del habitar y con el paisaje cultural y natural de la región. Campamento naturalista, Fábula anatómica, Zoología virtual son algunos de los talleres que han sido realizados por el Museo de Historia Natural Rio Seco, tanto en el espacio como en terreno fuera de la ciudad.
campamento from Aymara Zegers on Vimeo.
Se trata así de una propuesta única, una confabulación virtuosa entre arte y ciencia, que da una nueva lectura al concepto único de museo de historia natural, uniendo el trabajo directo con las especies, una fascinación estética por las formas de la anatomía y la naturaleza, y una gestión basada en el trabajo educativo y comunitario, en colaboración con distintas instituciones regionales y nacionales.
Para coordinar visitas o colaborar puedes contactarte con el Museo de Historia Natural Río Seco AQUÍ.

- A. Zegers; G. Arqueros (2017), «Los cuerpos calzan en el revés de sus partes», Revista Chilena de Antropología, número 36, p. 321-334
- Quiroz, Daniel, Carreño, Gastón, & de la Fuente, Paula. (2016). El procesamiento de ballenas varadas en las costas de la Patagonia occidental [a propósito de un grabado de mediados del siglo XIX]. Magallania (Punta Arenas), 44(1), 57-72. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22442016000100004.