Museo de Historia Natural Río Seco: Una confabulación virtuosa

Azul

El Museo de Historia Natural Río Seco replantea la relación entre arte y ciencia que ocurre en este tipo de instituciones, aprovechando su autonomía creativa y su privilegiada ubicación geográfica y arquitectónica, frente al Estrecho de Magallanes y en las antiguas instalaciones del primer frigorífico la región. Aquí, mediante la investigación científica, pero principalmente desde la interpretación artística, la libertad museográfica, y el espíritu pedagógico, se observa cómo confluyen, en un sólo lugar, patrimonio natural y cultural.

Subvertir a Philippi

Los Museos de Historia Natural fueron concebidos en el siglo XVIII para instalarse en las grandes ciudades urbanizadas, con el objeto de dar a conocer la vida natural a los habitantes que habían ya perdido el vínculo con la naturaleza y sus diferentes expresiones. Estas instituciones se desarrollaron, epistemológicamente hablando, al alero de la ciencia positivista de su época, es decir, desde la descripción, la identificación y la clasificación decimonónica del conocimiento del mundo y sus especies, trasladado al espacio de la exposición. En Chile, durante el s. XIX el mayor ejemplo de este tipo de colecciones lo constituye el Museo de Nacional Historia Natural en Santiago, cuya atracción principal es la clásica ballena rescatada por el naturalista y explorador Rodolfo Philippi -varada en Valparaíso en abril de 1889-, y que ha sido el icono de la reconversión del mismo museo, desde que reabrió sus puertas en 2016. En esta renovación, la ballena hoy bautizada “Greta” -en honor a la museógrafa Grete Mostny-, fue reinstalada y restaurada para su disposición y disfrute del público general.

[Imagen 1: La ballena del Museo Nacional de Historia Natural, en Santiago. Fuente: http://www.mnhn.cl/613/articles-5225_archivo_01.jpg]
[Imagen 2: La ballena según Phillipi. Fuente: Elementos de la Historia Natural, R.A. Philipi, 1877]
Estas ideas se conectan de una manera diferente en el Museo de Historia Natural de Río Seco, a las afueras de Punta Arenas. El espacio, ubicado en los antiguos frigoríficos de la compañía The South America Export Syndicat -primer frigorífico de la región, construido en 1905- aborda el coleccionismo desde una mirada compuesta entre el artista y el científico, con un fin además pedagógico que trasciende el espacio de la exposición. Siendo sus fundadores los hermanos Miguel y Benjamín Cáceres, artista visual y biólogo marino respectivamente, hoy completan el equipo la licenciada en biología marina Gabriela Garrido y la escultora Aymara Zegers. Esta combinación disciplinar es fundamental, porque su colección se levanta por medio de una operación investigativa a nivel científico pero también estético: a través del resto animal encontrado ahí, en las inmediaciones del paisaje de la Patagonia y la Tierra del Fuego -al modo de un objet trouvé-, para luego trasladarlo a un espacio expositivo y disponerlo en un montaje particular, museografiado.

El hueso, como resto encontrado se activa como objeto, tanto desde el punto de vista científico como por medio del escrutinio material del artista, a través del sometimiento a varios procesos químico – mecánicos manuales, que permiten su conservación y restauración; la osteotecnia y la recombinatoria ósea, los cuales están íntimamente ligados, se confabulan a favor de nuevas formas de restauración y conservación para un museo de historia natural.

Varamientos y cirugías post-mortem

[Imagen 3: Esqueleto intervenido por medio de la Recombinatoria ósea en el Museo de Historia Natural de Río Seco]
La osteotecnia corresponde genéricamente a un procedimiento principalmente químico, por el cual se trabajan los huesos de un animal para obtener el blanqueamiento y limpieza de su esqueleto, facilitando así su reconstrucción y montaje en posiciones fijas. Esta técnica, de origen naturalista decimonónica, permite el estudio de las formaciones anatómicas para su uso en docencia e investigación. Es aquí donde aparece la experimentación, escrutinio y trabajo de la materialidad desde las artes visuales, algo que caracteriza a este museo. Mientras tanto, desde el ámbito científico, cada espécimen tiene una “historia biológica” diferente para llegar a ser procesado; normalmente algunos son encontrados ya en estado de esqueleto o en un estado medio de putrefacción, y pocas veces, recién muerto. Muchas veces existen además partes dañadas, rotas, deshechas en general o malogradas a causa del tiempo y las condiciones ambientales, y no siempre se obtiene un esqueleto completo. Es aquí donde la escultora Aymara Zegers trabaja por medio de la recombinatoria ósea, una propuesta de restauración del hueso por medio de la utilización de un mosaico de restos encontrados de huesos de otros animales reensamblados de manera que completan las partes desaparecidas o perdidas. Esta forma de reintegración, hace aparecer una nueva pieza funcional a su objetivo pedagógico -para por ejemplo enseñar la anatomía- pero por medio de una alquímica reestructuración de la materia. Aquí, la parte elaborada minuciosamente por Zegers aparece al modo de una ortopedia que recompone la fisonomía anatómica del hueso perdido. La artista describe el nacimiento de esta técnica así:

Un cráneo de orca falsa (Pseudorca crassidens) levantado de un varamiento masivo ocurrido en el sector de Segunda Angostura en enero de 2013, fue el objeto que dio cabida a la recombinación como práctica. Y fueron cráneos, pelvis y escápulas de caballos, vacas y huesos varios de lanares, los materiales de restitución de las formas faltantes. La condición material que los emparenta, el hecho de ser vertebrados, permite que sus partes puedan conjugarse orgánicamente para dar cabida a una nueva función anatómica en el esqueleto restaurado. A pesar de que los huesos de un esqueleto son muy distintos entre sí, comparten características morfológicas similares, todos tienen zonas cóncavas, convexas, rugosidades, fisuras y porosidades. Estas características, son las pautas que permiten encontrar en otros huesos, partes que puedan ensamblarse para construir otro volumen anatómico1

[Imagen 4: Cráneos de orcas falsas de un varamiento en 1984, Museo de Historia Natural de Río Seco]
La colección de cráneos de orcas falsas, se encuentran montadas en fondo del espacio del museo, de una forma que se entiende como especímenes de un mismo evento: un solo varamiento múltiple, complementado con recortes de diario del hecho, que narran el evento como una dinámica del medio natural, más que como un mostrario enciclopédico. De esta forma, es un evento que queda inscrito en el territorio y la cultura local. En este sentido, el mayor tesoro que puede tener este Museo es el de hacerse del varamiento de una ballena, ya que se encuentra condicionado por su excepcionalidad y escasa ocurrencia en lugares de fácil acceso, casi al modo como lo era para los habitantes originarios, que se llevaban un festín cuando esto sucedía2

Hoy, el equipo del museo reconstruye una ballena sei en el galpón principal, y hace poco tuvieron la misión de despostar una ballena azul, que varó en el sector de Primera Angostura, evento descrito por la Prensa Austral.

[Imagen 5: El aprovechamiento de una ballena en Tierra del Fuego. Grabado en madera, 8.2 x 12,8 cm., 1860 (Colección Klaus Barthelmess, Colonia, Alemania, N° 1234; En: Mayne Reid, T., 1860, p. 424; grabado de J.B. Zwecker & Dalziel Brothers). De: Quiroz, Daniel, Carreño, Gastón, & de la Fuente, Paula. (2016). El procesamiento de ballenas varadas en las costas de la Patagonia occidental [a propósito de un grabado de mediados del siglo XIXMagallania (Punta Arenas)44(1), 57-72.]

Juego, paisaje y coleccionismo

Desde el Museo de Historia Natural de Río Seco, el coleccionismo naturalista se asume desde la práctica del coleccionismo como juego o desafío, que supone el  lograr observar el paisaje y encontrar aquello que parece desecho, y trasladarlo al espacio del museo, lo cual también se expresa en el proyecto pedagógico desarrollado por el propio equipo. Si bien sus mayores proyectos tienen la «escala-ballena», el día a día se nutre de ese trabajo comunitario y educativo alrededor de la observación del paisaje, donde el coleccionar restos y obtener información se unen al proceso creativo, y se convierten para los asistentes en un aprendizaje que trasciende el de la clasificación ilustrada.

El visitante de hoy del Museo, verá cómo partes del paisaje pueden traspasar el estado ordinario, común, del entorno, y adquirir un estado de objeto estético, por medio de un ejercicio de montaje y una mirada desde el coleccionismo. Esta forma de trabajar en relación con el paisaje magallánico, mediante la acción del juego, de recolectar, de recoger, de observar, seleccionar, dibujar y “desclasificar” los restos de la mirada cotidiana y de la naturaleza agreste, conecta al visitante con la imagen del objeto devenido «pieza», así como con la memoria del habitar y con el paisaje cultural y natural de la región. Campamento naturalista, Fábula anatómica, Zoología virtual son algunos de los talleres que han sido realizados por el Museo de Historia Natural Rio Seco, tanto en el espacio como en terreno fuera de la ciudad.

campamento from Aymara Zegers on Vimeo.

Se trata así de una propuesta única, una confabulación virtuosa entre arte y ciencia, que da una nueva lectura al concepto único de museo de historia natural, uniendo el trabajo directo con las especies, una fascinación estética por las formas de la anatomía y la naturaleza, y una gestión basada en el trabajo educativo y comunitario, en colaboración con distintas instituciones regionales y nacionales.

Para coordinar visitas o colaborar puedes contactarte con el Museo de Historia Natural Río Seco AQUÍ.

[Imagen 6: Cuero de cormorán imperial. Dispuestos invertidos adquieren una forma de máscara]
  1. A. Zegers; G. Arqueros (2017), «Los cuerpos calzan en el revés de sus partes», Revista Chilena de Antropología, número 36, p. 321-334
  2. Quiroz, Daniel, Carreño, Gastón, & de la Fuente, Paula. (2016). El procesamiento de ballenas varadas en las costas de la Patagonia occidental [a propósito de un grabado de mediados del siglo XIX]. Magallania (Punta Arenas)44(1), 57-72. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22442016000100004.